.
🥋 El cinturón blanco: el más difícil de superar

Muchos comienzan en el Jiu-Jitsu Brasileño soñando con cinturones azules, morados o incluso negros. Pero el primero de todos, el blanco, es en realidad el más difícil de superar. ¿Por qué? Porque es la etapa en la que más dudas surgen, más frustraciones se sienten y más ganas hay de rendirse. Pero también es donde se forja la mentalidad de un verdadero practicante de Jiu-Jitsu.
Cuando comienzas en el Jiu-Jitsu Brasileño, llevas atado a la cintura un cinturón blanco. Puede parecer solo el primer paso, el más bajo en la jerarquía, pero en realidad, es el más difícil de todos. No por la técnica. No por la fuerza. Sino por la mente.
La travesía invisible del cinturón blanco
Durante los primeros meses —o incluso años— es común sentir que no avanzas. Ves cómo otros compañeros progresan, reciben grados o cambian de cinturón, mientras tú sigues atado al mismo blanco inmaculado. Comienzan las dudas:
- “¿Estoy haciendo algo mal?”
- “¿Por qué no me suben de grado?”
- “¿El profesor ni me mira?”
Pero lo que no ves es que el cinturón blanco está luchando una batalla silenciosa. Es la etapa donde muchos abandonan. Donde la frustración te susurra que esto no es para ti. Donde tienes que aprender a caer, a perder, a equivocarte… y volver al tatami al día siguiente.
También es la etapa donde más se aprende. Cada clase es una victoria, aunque no lo parezca. Cada vez que vuelves al tatami después de una mala sesión, estás ganando. Porque seguir cuando no ves resultados inmediatos es uno de los mayores logros que puedes tener en tu viaje.
Conseguir un grado ya es un logro
Cuando por fin recibes tu primer grado, muchos de fuera no lo entienden. “¿Tanto para una rayita?”, dicen. Pero tú sabes todo lo que costó: las caídas, las llaves mal hechas, las veces que no podías ni respirar. Ese grado no es un simple trozo de cinta. Es un símbolo de resistencia, de compromiso y de evolución personal.
Cada una de esas rayitas blancas que aparecen en la punta de tu cinturón no es un adorno. Es un símbolo de constancia, de adaptación, de pequeñas mejoras acumuladas. No llegan porque sí. Llegan cuando el maestro lo ve claro. Y aunque no lo parezca… siempre está mirando.

Y lo mejor: no se regala. En Jiu-Jitsu, no hay exámenes estandarizados ni listas de técnicas que cumplir para avanzar. Todo se gana en el día a día, en cada clase, en cada lucha. Si el profesor te da un grado, es porque lo has demostrado sin necesidad de decir una sola palabra.
El ojo silencioso del maestro
El profesor de Jiu-Jitsu Brasileño no necesita anunciar su atención. Su mirada siempre está ahí: observando tus movimientos, tu actitud, tu evolución. No se trata de juzgarte, sino de guiarte.
Cada error que cometes, cada intento, cada pregunta que haces… todo suma. El maestro evalúa si estás entendiendo los conceptos, si aplicas las técnicas con intención, si te estás transformando poco a poco en un artista marcial completo.
La frustración por no avanzar es normal, pero muchas veces es solo una señal de que estás demasiado enfocado en el cinturón y no en el camino. Porque lo que realmente importa es esto: sigues viniendo. Sigues luchando. Sigues creciendo. Y eso no pasa desapercibido.
La observación constante le permite evaluar tu progreso, detectar errores técnicos y adaptar la enseñanza a tu forma de aprender. No se trata solo de que hagas bien una técnica, sino de que entiendas por qué la haces y cuándo usarla. Y cuando menos te lo esperas, llegará ese grado. No porque lo pediste, sino porque lo mereces.
El cinturón blanco es el que forja tu carácter
Superar el cinturón blanco no es cuestión de técnica, sino de paciencia, humildad y compromiso. Es la etapa donde te haces fuerte de verdad. Donde aprendes que no todo en la vida es inmediato. Que el progreso verdadero no siempre se ve, pero se construye desde dentro.

Así que si sientes que no avanzas, que no recibes grados, que nadie te mira… sigue entrenando. Porque el maestro sí te ve. Y cuando menos lo esperes, esa raya llegará. Y sabrás que valió la pena.
Superar esta etapa no es cuestión de talento. Es de constancia. Quien sobrevive al cinturón blanco ya ha demostrado algo que muchos no pueden: capacidad de aguantar sin recompensas inmediatas, de avanzar a pesar de la frustración. Por eso, si estás en esta etapa, no te desesperes. Estás construyendo la base de todo lo que vendrá.
Y si hoy sigues entrenando, incluso cuando sientes que no mejoras, entonces estás ganando.
Deja una respuesta